domingo, 30 de septiembre de 2012

Retazos del viaje



1. Melamchi – Kakani - Sermathang


Salimos de Kathmandú en una furgoneta para turistas que nos lleva hacia las montañas. En el camino comemos el primero de muchos Dhal Bat, el plato cotidiano de Nepal que tiene como base arroz y sopa de lentejas. Los monzones hacen estragos en estas carreteras y en alguna ocasión tenemos que bajarnos para que la furgoneta pueda cruzar los enormes charcos que hay en el camino. Estirar las piernas viene bien y así aprovechamos para contemplar y fotografiar los verdes campos de arroz al lado del río, ordenados, geométricos, magníficos.
Melamchi es un pueblo bazar de carretera, bastante sucio, pero con gente sonriente que nos saluda y mira con curiosidad. Estamos a la entrada del valle de Helambú pero por este lado casi no vienen senderistas lo que nos pone en la posición privilegiada de ser los únicos occidentales del pueblo.
A la mañana siguiente dejamos el pueblo atravesando un puente colgante, el primero de nuestra travesía que nos conduce hacia las laderas cubiertas por bosque. Es el primer día de la travesía y hay que ir ajustando ritmos. Vamos subiendo despacio y cruzándonos con los porteadores que van con chanclas y transportan cantidades enormes de leche, arroz, hierba a su espalda. Nos hacen sentir como simples aficionados con nuestras botas de suela vibram y mochilas ergonómicas. 


La parada para comer en Pokhari Banjyang nos regala imágenes preciosas de caras infantiles y mujeres con saris rojos deslumbrantes. Es día de fiesta hinduista y, antes de seguir camino, aprovechamos para compartir canciones y bailes en el patio del colegio. A partir de aquí el bosque se convierte en jungla exuberante. Hay tanta humedad que nos parece que caminemos dentro de una nube de vapor templado. La lluvia nos sorprende antes de alcanzar Kakani. Hemos subido 1100 metros y las vistas desde aquí son magníficas.
El segundo día de travesía nos lleva por bosques de pinos y rododendros, la sensación de jungla tropical continúa y el camino aparece salpicado por banderas de oración y chortens que nos indican que estamos entrando en zona budista y ponen un punto de color magnífico en nuestro camino. La etapa de hoy es corta y llegamos a Sermathang para comer. Es un pueblo precioso entre terrazas de cultivo, monasterios budistas y banderas de oración. Es también el primer sitio donde vemos papeleras y aquí no hay basura en el suelo. Me enamoro de este lugar. Por la tarde tomamos nuestro primer “massala tea” en el lodge de Mindu, unos de los puntos clave de la travesía invernal de 1800 km de nuestro guía. Las horas que pasamos en esta casa son de las mejores del viaje, nos vamos sintiendo que Mindu y su marido nos tratan como si fuéramos parte de su familia.




2. Sermathang – Melamchigaon - Thadepati Banjyang


La etapa hasta Melamchigaon es la más larga de la travesía, continuamos caminando por jungla descubriendo nuevas y sorprendentes flores, plantas y pájaros. Y descubriendo también que las historias sobre sanguijuelas son ciertas. Pasamos algunas horas caminando por senderos plagados de ellas que parecen saltar y ser capaces de agarrarse en sitios inverosímiles. Pasado el desconcierto inicial el camino se convierte en una odisea para librarse de ellas. En Melamchigaon nos duchamos con agua fría, que nos sienta como agua bendita después del día de sudor y sangre. No hay tiempo para más en esta jornada, así que después de una cervecita y la cena nos vamos a dormir. Al día siguiente tenemos que subir 1000 metros para llegar a Thadepati y comenzar la parte más montañosa de la travesía. Tardamos cuatro horas en subir las empinadas pendientes, muchas veces ayudados por los escalones que los pueblos de por aquí han ido construyendo en la ladera. La jungla deja paso al bosque, aparecen nuevos rododendros y de repente el bosque se convierte en matorral y vemos el lodge en lo alto del collado. Es otro día de nubes y aquí arriba ya se nota el frío, así que aprovechamos el salón caldeado por la estufa de leña para pasar la tarde. Sin embargo, la curiosidad puede más que las nubes y nos vamos a dar un paseo y a tomar té a un lodge cercano para descubrir nuevamente caras sonrientes y un juego de luz y nubes magnífico sobre los valles y montañas que nos rodean.


3. Thadepati Banjyang – Phedi – Gosainkunda




Phedi está a la misma altitud que Thadepathi, unos 3700 metros, pero como buen camino entre montañas, el concepto de llano aquí se redefine para incluir multitud de subidas y bajadas por zonas nuevamente bellísimas. Cada día de caminada se convierte en una experiencia sensorial por los olores, colores y paisajes que descubrimos a cada paso. Finalmente distinguimos el lodge de Phedi, a donde nos dirigimos, las nubes continúan con nosotros y nos impiden ver la grandeza de lo que nos rodea. Paredes inmensas separan valles profundos y, cuando las nubes abren, nos admiramos viendo desde donde venimos. Desde aquí comienza la etapa reina de la travesía, la subida hasta el Laurebina La, el collado de 4600 metros que marca el punto más alto de la travesía. La experiencia de subir a esta altitud es totalmente nueva, cada paso cuesta y cada uno tenemos que encontrar nuestro mejor ritmo de subida. La llegada al collado es emocionante, atrás se ve la impresionante subida que hemos realizado, al otro lado el primero del conjunto de lagos de esta zona…..las banderas de oración nos saludan aquí. Tal vez es la falta de oxígeno pero las emociones se desbordan y todo, el viento, la luz, los abrazos, se siente con una intensidad diferente. La bajada al lago Gosainkunda la hacemos con calma, extasiados ante la grandeza de lo que nos rodea. A la orilla del lago aún nos espera otra sorpresa y encontramos a un shadu, un ermitaño que lleva casi dos años aquí, meditando y recogiendo la energía del universo que comparte con nosotros cuando nos acercamos a darle algo de comida.

4. Descenso a Shyabrubesi




El paisaje de Gosainkunda es magnífico e indescriptible, lagos de alta montaña unidos por altas cascadas, paredes de roca salpicadas por el rosa de las flores, cielo azul cristalino…podría quedarme aquí días disfrutando pero tenemos que seguir camino. No importa, el descenso desde aquí es majestuoso. Cada paso desvela cosas nuevas y más impresionantes hasta que giramos y aparecen ante nosotros Annapurnas, Manaslu, Ganesh himal y el macizo de Lantang. Los gigantes de roca, hielo y nieve que son la imagen del Himalaya.  Son impresionantes y bellísimos. Es al contemplarlos cuando nos enteramos de que el derrumbe de un serac se ha llevado dos campos de altura en el Manaslu y la vida de varias personas. Aunque suene a tópico, está claro que la muerte es el precio de vivir…ay como decía Serrat “antes de nada hay que vivir”.



La bajada nos devuelve a los bosques, de pinos inmensos, esplendorosos, y nos lleva de vuelta a pueblos ocupados con las faenas agrícolas y a niños sonrientes. Dormimos en un lodge muy limpio, muy cómodo y con agua caliente en Shing Gumpa, un pueblo colgado en una ladera inmensa con gente simpática, un pequeño monasterio y una fábrica de queso de yak… La travesía toca a su fin, disfrutamos del sol de la tarde e intentamos aprender algunas frases en nepalí. El último día una respetable bajada nos lleva a Syabru a la salida del cole. Acabamos el camino rodeados por niños de uniforme alborotados y sonrientes.