jueves, 26 de septiembre de 2013

Haciendo de bióloga en Gorongosa (2)

Hoy es la primera noche de esta semana que no tenemos incendios a nuestro alrededor. Los últimos días hemos vivido rodeados por humo y llamas, normalmente pequeñitas pero que ayer llegaron a las palmeras que prendieron como antorchas. Es la época del fuego, queman la vegetación seca a veces fuera del parque y otras dentro. En cualquier caso toda la franja de bosque seco que nos rodea ha ardido en tres días. Los guardas nos dicen que los furtivos lo hacen para así ver mejor a sus presas. Seguramente también queman como parte de sus trabajos agrícolas tradicionales y después el fuego se extiende. Para nosotros es raro ver el fuego tan cerca y que se queme un parque nacional sin que nadie parezca alarmado.

La pobreza es un término con un significado muy amplio. Aquí las aldeas son comunidades de familias que viven en dos-tres chozas apartadas del resto por campos de cultivo. Creo que nunca había estado en un sitio donde existan tan pocas posesiones materiales. Esto me llama mucho la atención pero a la vez me hace reflexionar sobre qué cosas son esenciales. Lo que me parece realmente dramático es la falta de información y de educación general para gran parte de la población rural.

En esta semana hemos acabado con las grabaciones y empezado a hacer trabajo de campo más serio. Para eso nos acompaña todos los días el Señor Sabía, guarda del parque que lleva 8 años patrullando para controlar a los furtivos, y a raíz de un grave ataque de malaria, ahora también acompaña a visitantes y científicos que necesiten bajarse del coche. Su presencia y sus conocimientos nos son indispensables. Obviamente ve todo mucho antes que nosotros. Como ejemplo, ayer iba conduciendo por una de las pistas y de repente me manda parar. Había visto unos elefantes, y nos dijo "los elefantes salen a esta hora". Venía una manada de unos 15 elefantes que iban a cruzar la pista, y tuvimos que dar la vuela y salir pitando mientras nos perseguían algunos de ellos. Sin el señor Sabía seguramente nos hubiéramos metido en medio de la manada sin darnos cuenta y seguro que a ellos no les habría gustado.
Como premio un rato después pudimos ver de cerca a un grupo de hipos bañándose tranquilamente en el río Urema. Qué animales tan extraños y espectaculares!

Desde que empezaron los fuegos vemos menos animales en el bosque seco. Los encontramos en gran número y diversidad al conducir hacia sitios más húmedos del parque, más cerca del lago Urema, donde comen y descansan los waterbucks (inhacoços), impalas, oribis, changos, inhalas, babuinos, facoceros....todo un regalo para los ojos y el alma. También hemos visto otros mamíferos más pequeños - mangostas, civetas - y multitud de aves magníficas.

El otro día desde vimos tres leonas descansando bajo un gran árbol, fue uno de los momentos más emocionantes del viaje. Sólo se movieron para ir a beber...probablemente tenían la panza llena y de alguna manera el resto de animales lo sabía ya que se veían impalas y facoceros  muy cerca de ellas. Eran imponentes por su tamaño y su musculatura, y al mismo tiempo tenían los mismos gestos mimosos que mis gatos.

Rápidamente me he acostumbrado a los antílopes y gacelas como algo cotidiano, a abrir la puerta de casa y encontrar los babuinos o los monos comiendo y saltando entre los árboles, o a disfrutar de la puesta de sol perfecta. Hay veces que tengo que recordarme lo grandioso del lugar, y cómo en muy pocos otros sitios fuera de África se pueden ver tantos animales salvajes en un mismo espacio. Es como estar dentro de un documental de los buenos.... de vez en cuando me pregunto cuando encontraremos a David Attenborough...




jueves, 19 de septiembre de 2013

Haciendo de bióloga en Gorongosa

Llevamos 4 días en el Parque Nacional de Gorongosa, en el centro de Mozambique, un sitio que es considerado uno de los paraísos de África. Este parque perdió el 90% de su fauna con las sucesivas guerras del siglo XX que asolaron Mozambique. Un filántropo americano, Greg Carr, se enamoró del lugar hace unos años y  ha puesto en marcha un proyecto gigantesco para recuperarlo. Ha conseguido negociar con el gobierno mozambicano la gestión del mismo y su proyecto de restauración paga a toda la gente que trabaja en el Parque, así como los proyectos de reintroducción de fauna, guardas que vigilan a los furtivos y retiran los cepos y lazos, un centro de educación ambiental y en salud con arquitectura ecológica y diversas inversiones en las comunidades de la zona tampón del parque como son escuelas y centros de salud. Además tienen en marcha un gran proyecto de reforestación de la montaña de Gorongosa, cuyo bosque tropical está gravemente amenazado por la deforestación provocada por la presión humana. A esas poblaciones también quieren ofrecerles alternativas a la quema del bosque con técnicas más sostenibles de explotación agrícola. En resumen un proyecto fantástico en el que colaboran y trabajan personas extraordinarias mozambicanas y extranjeras,
El Parque ahora también acoge investigadores y es por eso por lo que estamos aquí. Por eso y porque la primera vez que vi las imágenes del Parque de Gorongosa me hizo recordar los sueños que tenía cuando acabé biología. Hacer algún trabajo en ecología en África era uno de esos sueños, de esos que parecen inalcanzables. Pero decidí inventar un proyecto de investigación interesante que me permitiera venir aquí. Y en ese proyecto arrastré a Vicky, Rubén y Erika, biólogos y amigos, y a Javier, el cámara explorador, al que debo que me recordara sin saberlo que hay que intentarlo antes de decir que no se puede.
Desde sentarme con la idea inicial del proyecto hasta llegar aquí han pasado meses de mucho trabajo, incertidumbre y agobios diversos. Nadie dijo que sería fácil pero finalmente hemos llegado hasta aquí. Cuando vi la entrada del Parque y saludamos al guarda casi no podía creerlo.
Hemos llegado en la época seca y no hay casi frutos, ni flores ni hojas, pero aún así es un sitio espectacular. En el “campamento” Chitengo donde están todas las instalaciones y donde dormiremos los próximos 15 días, hay pumbas (o facoceros) que ramonean y babuinos que buscan los restos de la cocina….no hay duda, hemos llegado a África.
La parte del Parque que se puede recorrer en vehículo nos lleva a bosques de acacias amarillas, palmerales, bosques densos, sabanas y praderas, un mosaico de ecosistemas en poco espacio por el que corren mangostas, impalas, oribis, waterbucks, antílopes, búfalos y leones (aunque a estos aún no los hemos visto) y que sobrevuelan pelícanos, águilas pescadoras, marabús, cigüeñas, grullas….Un sitio de lujo para trabajar. Claro que también hay mosquitos que transmiten la malaria, y moscas tsé-tsé, y serpientes, pero tampoco hay que obsesionarse con esas pequeñeces…
En un sitio como éste es bueno conocer la realidad que nos rodea así que los dos últimos días hemos visitado distintas comunidades en la zona tampón del parque. Viven en chozas de adobe y paja rodeados por sus campos de cultivo, las machambas, y hay niños por todos lados, que a veces nos miran como si vieran un fantasma. Esconden historias terribles, como la mina que le explotó a dos niños hace unos años, el sida transmitido por los camioneros en las carreteras o los efectos colaterales de los conflictos entre el gobierno y la oposición. Y también historias conmovedoras y valientes como la de Pedro Magura, el hombre que planta árboles y está cambiando la mentalidad y la vida de muchos, o la de los profesores que hemos conocido en la Comunidade de Vinho donde intentan que la educación se convierta en un valor importante para ellos. La mayoría de los mozambicanos que viven en zonas rurales son analfabetos y las mujeres no hablan portugués sino su lengua local. Como en muchas zonas de África la educación de la mujer es secundaria. Aun así, tienen sus curanderos que a veces sanan a personas desahuciadas por el sistema de salud, en los pocos casos en que éste llega a las comunidades rurales.

La gente de Gorongosa es simpática, respetuosa y muy sonriente. Ya me lo habían dicho pero es mucho mejor de lo que esperaba…Estoy totalmente enamorada del sitio. En esta primera fase de la estancia aquí, en ese momento del viaje cuando lo exótico es la rutina diaria me quedó con la imagen de los hipopótamos andando en el río, los antílopes e impalas saltando al lado del todoterreno, la puesta de sol sobre el lago Urema y los juegos y risas de los niños de la escuela de Vinho, un regalo inesperado que me ha emocionado. Como guinda, hoy es luna llena, y la hemos visto roja, imponente, levantarse sobre el cielo de África.