domingo, 22 de febrero de 2015

Lost in translation

Los últimos días han sido una locura. Si Almodóvar nos viera seguro que hacía una versión de Lost in translation basada en nosotros. La organizadora de todo esto habla ruso pero no inglés, dos de los rusos que vienen en la travesía sí hablan inglés pero dos de los españoles no... Así que cada vez que hay algo que tiene que ser discutido entre todos necesitamos tres idiomas y mucho tiempo. Con el paso de los días la traducción va cambiando, de forma que ahora lo que en ruso se dice en cinco minutos se resume en español en una frase de cinco segundos. Esto agiliza las cosas pero igual no hace mucho por la comunicación. Ya va siendo hora de que se invente un chip para aprender idiomas en una noche...todo sería mucho más fácil. Mis habilidades en ruso no pasan de tres frases y media y cinco o seis palabras para comunicarme con los huskis. De todas formas es gracioso ver como intentamos comunicarnos sin idiomas comunes, hace mucho por la imaginación, y provoca algunos ataques de risa, ya no sólo por la lengua sino porque hay conceptos y comportamientos muy diferentes. La traducción simultánea de los guías o de las presentaciones oficiales también nos ha traído momentos muy divertidos y bastante surrealistas. Me pregunto si al final de la travesía hablarán más español los rusos que nos acompañan o seremos nosotros los que hablemos algo de ruso...se admiten apuestas.



Llevamos unos días en Kostroma, una ciudad de casi 300.000 habitantes a la orilla del río Volga, a unos 500 km de Moscú. Hemos estado practicando con los trineos y los perros y aprendido bastante sobre los huskis y la cultura y vida local. Este fin de semana se ha celebrado el día del Perdón y la llegada de la primavera, lo que para nosotros es bastante raro rodeados de nieve y con la ropa térmica puesta. Es una celebración pagana, con hoguera incluida y la tradición marca que comamos crepes (blini) con carne picada de alce, riquísimos como todo lo que hemos comido hasta ahora. Además ayer se presentó nuestra travesía de forma oficial con la snegúroshka que es la nieta del Papa Noel ruso, Ded Moroz, y una figura importante en el folclore ruso. La expectación que rodea a todo esto me hace preguntarme si no será mucho más serio de lo que pensaba...bueno, demasiado tarde para darle vueltas...


Kostroma es conocida en Rusia por sus muchas iglesias, por un icono famoso de la virgen y el niño, y por el monasterio de Ipatiev donde en 1613 fue proclamado por el pueblo el primer zar de la dinastía Romanov. La historia de cómo ocurrió está ligada a la travesía que comenzamos mañana. En esa época los polacos acababan de ser expulsados de Moscú pero aún había grupos armados que querían conquistar Rusia. Y para lograrlo un paso importante era capturar a Mijail, un niño de seis años que era el único candidato a zar, ya que su padre estaba encarcelado en Polonia. Mijail estaba escondido junto con su madre en un monasterio de la región de Kostroma y escapó de la muerte a manos de los polacos gracias a que Ivan Susanin, un leñador de la zona, los engañó y guió hacia un pantano donde murieron todos, incluido el héroe. Cuando Mijail fue proclamado zar, en agradecimiento, dio a la familia del héroe unas tierras que ahora  son el pueblo de Susanin y los liberó de pagar impuestos. 
La travesía que empezamos mañana con los trineos es la que supuestamente siguieron Mijail y su madre desde el monasterio donde estaba escondido hasta el de Ipatiev. Nosotros lo hacemos en sentido inverso. Es la primera vez que se hace y aunque aún es febrero las temperaturas no son tan frías como deberían y el Volga se ha empezado a descongelar. Nos esperan seis días de trineos, bosques de abedules y abetos, algunos renos y alces salvajes, pueblos abandonados y monasterios ortodoxos. Y también algo de frío y conseguir que los huskis nos obedezcan. Ellos seguramente ya habrán empezado a aullar para que los saquen a correr. 




jueves, 19 de febrero de 2015

En las estepas rusas

Invierno de 2015. Una carrera de 200 km con trineos de huskis en Rusia suena bien, bueno, suena muy bien, hay que reconocerlo. La única vez que he montado en un trineo de perros, en Laponia, fue increíble, una de las cosas que más he disfrutado. Así que digo que sí sin pensarlo, sólo unos días después, con el billete ya comprado me doy cuenta del frío que podré pasar. Una cosa es un paseo de un par de horas y otra una semana en un trineo...No importa, sé que no me lo quiero perder.

Volamos a San Petersburgo que nos recibe con un sol radiante y 9 grados bajo cero. Dimitri, Dima, el amigo de Javier, nos espera en el aeropuerto. Es una suerte porque lo de entenderse en ruso se nos da mal, y pocos rusos hablan inglés. Lo de leer señales en cirílico tampoco es fácil, aunque intentarlo es muy divertido. 



Y aquí estamos, en la que dicen que puede ser la ciudad más bonita del mundo, una Venecia a escala 1,3 como diría Piter. Es, desde luego, impresionante con los palacios a orillas del Neva y las cúpulas de las catedrales sobresaliendo en el paisaje plano. Los locales se bañan en un agujero excavado en el río helado, dicen que eso lo cura todo. Nosotros los miramos admirados. Otros prefieren tomar el sol junto al muro de la fortaleza de San Pedro y Pablo, donde se fundó la ciudad. Eso sí en bañador. Hay que aprovechar los pocos días de sol que hay en invierno.
Disfrutamos de la ciudad, de las catedrales ortodoxas, del Hermitage y también de la sopa de remolacha, los dulces de arándanos y los donuts rusos que parecen rosquillas de buñuelos. Por alguna razón que no entiendo el museo zoológico está cerrado estos días, así que nos quedamos sin ver los mamuts. Qué pena!
Dos días después cogemos el tren nocturno a Kostroma. 15 horas para recorrer 797 km en literas en un vagón corrido. Un tren muy cómodo, con un termo de agua caliente que no se acaba nunca a disposición de los viajeros. La gente viene con las pantuflas o las chanclas. Dentro del tren hay 27 grados, o sea, una diferencia con el exterior de como mínimo 30 grados. No quiero ni pensar en el frío que va hacer cuando lleguemos a Kostroma en 20 minutos.