Invierno de 2015. Una carrera de 200 km con trineos de huskis en Rusia suena bien, bueno, suena muy bien, hay que reconocerlo. La única vez que he montado en un trineo de perros, en Laponia, fue increíble, una de las cosas que más he disfrutado. Así que digo que sí sin pensarlo, sólo unos días después, con el billete ya comprado me doy cuenta del frío que podré pasar. Una cosa es un paseo de un par de horas y otra una semana en un trineo...No importa, sé que no me lo quiero perder.
Volamos a San Petersburgo que nos recibe con un sol radiante y 9 grados bajo cero. Dimitri, Dima, el amigo de Javier, nos espera en el aeropuerto. Es una suerte porque lo de entenderse en ruso se nos da mal, y pocos rusos hablan inglés. Lo de leer señales en cirílico tampoco es fácil, aunque intentarlo es muy divertido.
Y aquí estamos, en la que dicen que puede ser la ciudad más bonita del mundo, una Venecia a escala 1,3 como diría Piter. Es, desde luego, impresionante con los palacios a orillas del Neva y las cúpulas de las catedrales sobresaliendo en el paisaje plano. Los locales se bañan en un agujero excavado en el río helado, dicen que eso lo cura todo. Nosotros los miramos admirados. Otros prefieren tomar el sol junto al muro de la fortaleza de San Pedro y Pablo, donde se fundó la ciudad. Eso sí en bañador. Hay que aprovechar los pocos días de sol que hay en invierno.
Disfrutamos de la ciudad, de las catedrales ortodoxas, del Hermitage y también de la sopa de remolacha, los dulces de arándanos y los donuts rusos que parecen rosquillas de buñuelos. Por alguna razón que no entiendo el museo zoológico está cerrado estos días, así que nos quedamos sin ver los mamuts. Qué pena!
Dos días después cogemos el tren nocturno a Kostroma. 15 horas para recorrer 797 km en literas en un vagón corrido. Un tren muy cómodo, con un termo de agua caliente que no se acaba nunca a disposición de los viajeros. La gente viene con las pantuflas o las chanclas. Dentro del tren hay 27 grados, o sea, una diferencia con el exterior de como mínimo 30 grados. No quiero ni pensar en el frío que va hacer cuando lleguemos a Kostroma en 20 minutos.
Para tratar de situarnos en el mapa, ¿desde dónde hasta dónde es la carrera?
ResponderEliminarYa nos contarás detalles cuando nos veamos este verano en Gavarnie (esperamos que vengas también esta vez con nosotros).
Un abrazo y qué disfrutéis de la estepa rusa.
ANA y JULIAN