Ushuaia, la ciudad del fin del mundo, la ciudad más austral a sólo 1000 km de la Antártida. La llegada a la capital de Tierra del Fuego en avión es espectacular. Sobrevolamos los Andes Fueguinos, mil cumbres afiladas nevadas que parece que se pueden tocar desde el avión. De repente entre las montañas aparece el canal de Beagle y Ushuaia en la costa. El descenso es vertiginoso, zarandeados por el viento, para aterrizar en una pequeña península frente a la ciudad. Impresionante pero no apto para gente con miedo a volar.
La localización de Ushuaia es espectacular, en un espacio mínimo entre las montañas nevadas y la bahía. Es una ciudad con carácter de puerto. Donde está muy presente el litigio con Gran Bretaña por las Malvinas, que incluye las islas Sándwich del Sur y Georgia del Sur.
Las montañas que nos rodean están cubiertas de nieve, es época de esquiar, pero yo estoy más interesada en otras dos actividades.
Aquí al lado está el Parque Nacional Tierra del Fuego, con sus bosques de lengas, ñires, guindos, multitud de aves, caballos, y castores como especie invasora. Aún hay nieve y hielo en muchos sitios así que la visita al Parque se reduce a un día. Recorremos la bahía Lapataia en una mañana sin viento y con temperatura perfecta. Es un sitio que transmite paz, imposible de captar en una fotografía.
Al día siguiente vamos en un barco pequeño a navegar por el canal de Beagle. El objetivo es ver aves, aquí tampoco llegaron los pingüinos aún pero los cormoranes imperiales dan el pego. También veremos lobos marinos y el faro Eclaireurs, que se hizo famoso como portada del libro de Verne "El faro del fin del mundo". Como colofón desembarcamos en la isla Bridges. Ver todo esto es un privilegio. A pesar del frío. Más aún sabiendo que por aquí navegó Fitz Roy con el Beagle. En el primer viaje descubrieron el canal, en el segundo venía Darwin recogiendo información que sería la base de la teoría de la evolución. Estos viajes cambiaron la percepción occidental del mundo y de la naturaleza. Tristemente también significaron el final de los yámana, el pueblo que vivía originalmente en el canal. Es emocionante estar aquí y ver plantas que seguramente también vieron ellos. La yareta crece tan despacio que algunas de las matas que vemos deben tener más de 200 años.
La última tarde en Ushuaia nos recuerda que aún es invierno. Sopla un vendaval, se nubla y comienza a neviscar. Salimos a comprar unos dulces, o facturas como le dicen aquí, y nos refugiamos en el albergue, calentito y acogedor. A las cinco de la mañana tenemos el autobús que nos llevará a Río Gallegos, atravesando la frontera con Chile y el Estrecho de Magallanes. El tiempo oficial de viaje son 12 horas pero nadie parece confiar en que sea así, depende de los trámites de frontera y de las condiciones del Estrecho. Será largo pero interesante. No todos los días se tiene la oportunidad de cruzar la isla de Tierra de Fuego. Esperemos que el viaje sea más tranquilo que la bajada en bus del Kali Gandaki.
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