domingo, 30 de septiembre de 2012

Mi chaqueta huele a Nepal



Tras casi 20 horas de viaje, un rico cocido madrileño, que tiene tanto cariño como sabor, y las horas de sueño arropada por la familia me devuelven a la vida. Un día más tarde el sol y una gran sonrisa me reciben al otro lado de la frontera. Deshago el petate perezosamente, contando pequeñas historietas del viaje y recuperando lentamente la noción de realidad…hasta que horas más tarde me despierto en mitad de la noche y reconozco el olor de las cocinas de leña de los pueblos del Himalaya…el polar y el cortavientos colgados detrás de la puerta cuentan así su parte del viaje.  

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