miércoles, 23 de agosto de 2017

Tour alrededor del Mont Blanc - 2



El segundo día subimos a dormir en la Croix du Bonhomme, un refugio enorme en entorno alpino, pasamos los paisajes amables de valles y bosques cuidados para llegar al reino de la roca y los horizontes afilados. Siempre sobrecoge la montaña desnuda, grandiosa, y a los más montañeros del grupo nos gusta mucho esta etapa. El refugio es muy bonito por fuera y por el sitio donde está pero al ser tan grande pierde bastante encanto en las zonas comunes. De todas formas con el frío que hacía en el Col du Bonhomme se está muy bien aquí resguardado. Tal vez por la altura, tal vez por el frío, por la sopa de la cena o por lo bien que nos sentimos pasamos la sobremesa de la cena en la terraza observando las cabras montesas y riéndonos como niños con el camarada Gagarin. 


La etapa siguiente nos lleva al Col des Fours para bajar después entre flores, cojines alpinos y riachuelos de deshielo. Llegamos a la Ville des Glaciers, cuatro casas con vaquería y quesería donde hacen el riquísimo queso Beaufort. Claramente tenemos que comprar un trozo y de paso ver el almacén donde están estos quesos grandes, bonitos y sabrosos. Cuando estamos saliendo de la Ville llegan las vacas, muchas, todas con cencerro y con su andar pausado y tenemos la excusa perfecta para quedarnos un poco más en la sombra. Algunas horas más tarde el camino nos llevará al Col de la Seigne, que marca la frontera con Italia y nos ofrece, además de viento helado, la cara sur del Mont Blanc. La parte italiana parece mucho más agreste que lo que hemos visto en Francia y parece que es aquí donde los alpinistas duros abrían vías nuevas. Como para confirmarlo, el viento helado nos acompaña en todos los collados y refugios los tres días que pasamos en la parte italiana del Tour. Del Col de la Seigne bajamos al Vallon de la Lex Blanche, un valle glaciar de libro, donde aparece entre dos glaciares el refugio Elisabetta Soldini, nuestro sitio de pernocta. La localización es espectacular pero el refugio lleno a rebosar es incómodo, dormimos como sardinas en lata y nos volvemos a encontrar con un grupo de israelitas que tampoco son demasiado simpáticos. En cambio, después de la cena en la entrada se junta un grupo de británicos contando batallitas y bebiendo vino muy divertidos. El cuarto día nos baja por este Vallon precioso hasta el glaciar de Miage, que ahora es más morrena enorme que glaciar. Es impresionante verlo desde la ladera opuesta, así se entiende fácilmente cómo un glaciar puede excavar un valle. Va a ser una etapa larga y con mucho desnivel, que nos llevará al Col de Checrouit donde hay carteles del Ultra Trail del Mont Blanc, una terraza estupenda, y una estación de esquí. Y pensar que el mismo recorrido que estamos haciendo lo hacen corriendo en el Ultra Trail.
La bajada del Col de Checrouit a Courmayeur es una de las más empinadas de la travesía, eso sí, hay un bar estratégicamente situado al final de la misma donde nos roban por las cervezas. Esto de pagar mucho dinero por la cerveza parece una costumbre del TMB. Esta dura bajada amenaza con convertirse en un punto negro del TMB. Para mí no hay que darle tantas vueltas, es parte del camino, cansa, te llena de polvo, te aburre de bajar, más aún sabiendo que tendrás que subir dentro de poco, pero hay que hacerla, sufrirla, y disfrutarla. Si fuera plano no tendría ninguna gracia, y como dice mi nueva familia CTR: si fuera fácil no sería para nosotros.
Para recuperar fuerzas decidimos comer pizza, y tomar otra cervecita, en un sitio al lado de la estación de Courmayeur. La dueña es simpática, las pizzas estás riquísimas, no voy a olvidar la vegetariana, estamos a la sombra, de vacaciones, en buena compañía... qué más se puede pedir... Pues una subida en un sendero en zigzag por un bosque que te lleve al Refugio Bertone, que es justo lo que tendremos. Vamos subiendo, poquito a poquito, y de repente aparece el refugio sobre nuestras cabezas, mucho antes de lo esperado. Un refugio grande, de piedra, con terraza de piedra, con pinta acogedora y con una zona de tumbonas para admirar el Monte Bianco, que ahora no es el Mont Blanc porque lo vemos desde Italia. Entra rápidamente en el top10 de la lista de sitios donde he dormido, a pesar de que haya sólo dos duchas y de que cenemos polenta. Antes de las seis de la mañana la luz del amanecer se refleja en la nieve del Monte Bianco y allí estamos todos esperando ver los tonos naranjas y rosados sobre el gran monte, admirando un nuevo día en este sitio espectacular. 


2 comentarios:

  1. Sólo comentar... que estoy deseando ver la siguiente entrega de este librito de viaje tan entretenido y bien contado, con el aliciente de haber participado en esa 'aventura'. Gracias, Susan.

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  2. Muchas gracias, Susan. Es estupendo reordarlo. Estoy esperando las siguientes...

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